Era día de conocer el lugar donde nos estábamos quedando, un día de reponer fuerzas, pero a la vez, de conocer y adentrarnos en la cultura del lugar de día, ya que solo lo conocíamos de noche, a la hora de tomar once.

Salimos temprano y tomamos rumbo de bajada, ya que siempre a la bajada llegas al mar, y la costanera siempre de los siempre tiene vida, más lo primero que encontramos no era un restaurante o la playa, fue una construcción.

Era una inmobiliaria que estaba construyendo blocks con departamentos para segunda vivienda desde 160 millones, y las más caras eran las que estaban con vista al mar. Por muy segunda vivienda, peor aún sabiendo que no tengo primera, 160 millones era una exageración.

No suelo hacer crítica social, ni mucho menos ser un salvador, pero las viviendas, siendo qué hay una crisis, están demasiado caras.

Pasando el trago amargo, encontramos una construcción que parecía de información turística ¡más adentro era un restaurante! Se llama cacique mulato, y es conocido por servir cocina Chilena. Ya era hora de almorzar así que aprovechamos y entramos, para nuestra sorpresa no era caro, y valia mucho la pena.

Almorzamos, nos reímos, y contamos anécdotas, y como suele pasar en la sobremesa, se nos fue la hora. Seguimos adelante recorriendo Natales, y sin ir muy lejos encontramos el Hotel Costautralis, un verdadero icono de Puerto Natales. Justo al frente se encuentra el famoso monumento al viento, el cual fue instalado como homenaje al viento qué hay en esa zona, el cual hay veces que su inclemencia no te deja caminar libremente.

Justamente al lado esta el muelle índigo, este se encuentra a solo unos metros del muelle histórico de Puerto Natales. 

Luego de estar prácticamente toda la tarde  caminando por la costanera, conocimos la ciudad que en realidad parece un pequeño poblado, olvidado en el tiempo que pareciera ser más un punto estratégico en la cual uno puede abastecerse, en el tramo entre Punta Arenas y las Torres del Paine. La ruta 9 es su conducto de vida, y su ritmo del cómo hacer las cosas es algo que verdaderamente te inspiran tranquilidad y armonía.

Siempre recordaré el dicho que nunca entendí hasta este día: “En la Patagonia el que anda apurado, pierde su tiempo”

Estábamos todos emocionados, sólo hablábamos del camino que íbamos a recorrer, eran las 6 de la mañana y en 15 minutos más nos iban a pasar a buscar para ir a las torres del Paine. 

Tomamos nuevamente la Ruta 9, estaba recién amaneciendo, y la hora dorada estaba con nosotros, llegamos y había una fila de buses enorme, hicimos el check in  donde nos informan que luego de las 18:00hrs ya no podremos salir. Salimos de esto y entramos a un trekking de 7 horas (normalmente son 3 a 4) debido a que en el grupo habian adultos mayores. Parábamos cada media hora aproximadamente, veíamos a muchísima gente llegar feliz, de pronto veíamos a gente que estaba muy agotada, y entendíamos que el calor que había era extremadamente inusual, ya que para un santiaguino es normal tener 27 grados en enero, pero estábamos en Magallanes. 

Entramos en el parque y veíamos el sendero que se dividía nada más el haber iniciado el viaje, y tuvimos que elegir entre el circuito francés o el circuito chileno, y elegimos este último. Este circuito tiene mucho verde, lugares de frondosos árboles y dos sendas, una para humanos y otra para caballos, las cuales entre tramos se entrelazan y en otras se comparte la misma. El camino no está liso, y hay otros que realmente se vuelven casi intransitables, hay tramos en los que la subida es realmente empinada, otros en los que la planicie es apreciada luego de tanto escalar. Y llegamos al primer plano, en donde podemos ver un letrero que dice que el Lugar se llama el paso del viento, en donde se ve que estamos en una de los dos formaciones rocosas en el que al medio cruza un rio, y nos deleita con tan majestuosa vista.

Ya cansados, pero en plano, nos toca solo una bajada (alivio) en la cual cruzamos este río y llegamos al refugio chileno, a eso de las 14:00 horas, por lo cual no íbamos a poder llegar a la base torres por el horario de salida. En el refugio nos dedicamos más a reponer fuerzas y comer, ya que ahí tienen cocina (cada lata de austral Patagonia de medio litro costaba $5000.-) y fue cuando ya después de una merecida siesta nos devolvimos luego de un merecido almuerzo. El lugar era literalmente un camping, tienen lugares de acampada, y se pueden reservar. Sin duda eso haré en una próxima vez. 

Fue así como la aventura de las Torres del Paine llegó a su fin, le dije adiós, más prometo volver algún día, pero esta vez en moto. 

Luego de dos largos días prácticamente administrativos, llegó el momento de salir, explorar y prácticamente recorrer lo que generalmente se recorrería en un solo sitio, hicimos más de 500 km de recorrido (entre ida y vuelta) en un solo día. 

Eran las 9 de la mañana y nuestro guía durante todo el resto del viaje ya había llegado a recogernos, estábamos emocionados, el gran animo se sentía en el ambiente, la paz que tiene la Patagonia se siente en el aire en cada momento, pero llegamos no para estar en paz, si no que a la aventura. 

Nos subimos a la van, y partimos, Ruta 9 y nos fuimos. Luego de aproximadamente media hora de camino, está la primara detención: Parque nacional Cueva del Milodon. 

Encontrado en 1895 por unos exploradores alemanes, forma parte de un extenso parque que tiene 3 cuevas, y con ellas la silla del diablo, una formación rocosa de gran altura. El Milodon forma parte de la familia de los Peresosos, y en dos patas mide más de dos metros de altura.

Seguimos nuestro camino después de media hora de recorrido, seguimos nuestro camino hasta el hotel tres pasos, donde cuenta la historia que Gabriela Mistral pasaba sus inviernos donde sus amigos, quienes al ganar su premio Nobel, le hicieron un busto en homenaje a tan grande honor.

Nuestro viaje apenas comenzaba, y habían demasiadas cosas por conocer, a mitad de camino pasamos a una pequeña cafetería, de un desconocído poblado de esa zona (para alguien como yo, al menos) pero que en realidad era un paso obligado para muchos. Resulta que luego de los pasos de hielo qué hay en la XI región, en la zona de la villa Cerro Castillo se encuentra el siguiente paso fronterizo desde el que está en la Ruta 7, por lo cual son cerca de 500 Km en línea recta (846 km de paso por Argentina via Ruta 40) y está llena de recuerdos y souvenirs, y los viajeros dejan su sticker de su proyecto, por lo que puedes disfrutar del solo hecho de ver cuanta gente ha pasado por ese lugar e imaginar cómo ha sido su viaje hasta allí. 

Luego de un re ponedor café y un sándwich tomamos Rumbo al Río Paine, lugar donde se encuentra la cascada Homónima, donde las postales mejoran a cada minuto, tienen un sendero muy bien hecho, todo de madera en los lugares más estratégicos, más adentrados se encuentra el mirador cuernos del Paine, donde la vista es asombrosa en si misma. Nada que envidiar a otros lugares del parque, puesto los cuernos del Paine, no es nada más ni nada menos que la vista trasera de las Torres del Paine. 

Así concluimos ese día, que hicimos de todo de forma expedita, y viendo que en Natales oscurece demasiado tarde, parecía que en realidad habíamos terminando a eso de las 5 y que nos quedaba un largo día por delante, cuando la realidad era que ya eran cerca de las 9. Era momento de volver, que el día siguiente quedaban muchas cosas por conocer, disfrutar, y admirar. Esto recién estaba comenzando.

Era un nuevo día. Pero estábamos en una localidad nueva.

Salimos temprano para recorrer Natales y encontrarnos en el mapa, ya que es indispensable en un viaje el saber ubicarte en la nueva localidad. Lo primero que vemos al salir es una planicie llena de manzanillas, antes de llegar a la costanera. Vemos hacia atrás y lo primero que se ve son los cuernos del Paine, a la distancia, como punto objetivo que tienes por cumplir, y te llena el espíritu aventurero para lograr esta añoranza. 

Estando ahí llega la pregunta: Éramos 9 personas, ¿como lo hacemos para llegar todos a los puntos de interés común? Cada tour full day costaban 75.000 cada uno, por lo que vimos la opción de hacer un pago grupal y tener un guía un poco más personalizado, y así fue.

Contratamos a un guía turístico por 4 días, en los cuales no nos preocupamos por nada más, sólo disfrutar una estadía que prometía ser inigualable, así fue como ya terminamos de preocuparnos por pequeños traspiés que podrían surgir, buscar información (que se traduce en tiempo perdido, y eso en un viaje es imperdonable) y por consecuente, se tradujo como relajo total.

Una vez eso coordinado seguimos el paseo por Natales, 

Era agosto, se estaba abriendo todo de a poco, y un sector que fue brutalmente golpeado por el COVID fue la de del turismo y viajes en avión.

Llego agosto con muchísimas promociones, y una que no se dejo pasar fue la de los paquetes a Magallanes (Punta Arenas más precisamente) pasaje de ida y vuelta por $50000.- así que así comienza la mayor expedición de mi vida (hasta ahora) Magallanes! 

Bueno, y luego de esa breve contextualización, llega el 17 de enero, 5 de la mañana y voy de camino al aeropuerto, no había cosa que más quisiera que haber llevado la moto conmigo, pero será para la próxima ocasión, iba a conocer lo inexplorado por muchos, y no podía decir que no solo porque no iba en moto, más aún si era a un precio de risa.

Llegamos tipo 11 de la mañana a Punta Arenas, tomamos nuestro equipaje y nos dispusimos a salir a conocer lo que era un “mundo nuevo”

Salimos del aeropuerto y llégamos a la plaza de Armas de Punta Arenas, la que estaba en reparación, por lo que no pudimos cumplir con ciertas tradiciones como tocar la pata del indio (se dice que es indispensable para volver a esas tierras) pero si pasamos a la mejor picada de Chile, Al quiosco Roca, almorzamos en un restaurante que está en la Esquina del frente del mercado de Punta Arenas, donde las porciones eran realmente grandes, lo que si su precio era un tanto más elevado del común en Santiago, más al ver más delante las cosas era el común del sector.

Era tarde y tomamos un bus hasta Puerto Natales, en donde pasamos la mayor parte de esta salida, el recorrido era de 3 horas por toda la Gran Ruta 9. Llegamos cerca de las 23:00 horas a descansar de este laaargo y administrativo día, donde nos quedamos en un hostal llamado Colo Colo, cercano del terminal de Buses de Puerto Natales (donde en realidad todo está cerca) preparándonos para lo que se venía, una salida de otro nivel, como jamás la imaginé.

Era finales de año, corría el jueves 30 de diciembre, y no había salido en más de 2 meses, por la lesión que tuve en el tobillo, la misma que me costó por lo menos 3 salidas, incluyendo una salida de Lex (a quien le mando un gran y afectuoso saludo) en la que hizo si mal no recuerdo una de sus últimas salidas pero aún no lo sabía en ese momento, por lo que ya era momento de volver a rodar. 

Teníamos en mente ir a uno de 3 destinos con la idea de acampar, las cuales eran: Rapel, Cajón del Maipo, y San Fernando. Vimos pros y contras y finalmente nos decidimos por Rapel.

Dejamos el mismo 30 todo preparado para salir y disfrutar del un primero de enero en el camping, con la intención de pasar la caña de las fiestas de fin de año, echamos todo a una mochila de repartidor que tengo desde 2015, cuando repartía sushi en mi añorada storm, por lo que haciendo un par de ajustes dejamos todo listo para ese sábado llegar y salir.

Llega el 1 de enero, tras unas geniales fiestas, salimos con todo el ánimo a eso de las 2 de la tarde, tomamos ruta 78, dirección San Antonio, pero a mitad del tramo Santiago-Rapel me dice mi compañera de vida que tenía dolor en la espalda, por cargar la mochila. Me hice a un costado de la vía para verificar cual era el camping más próximo desde nuestra ubicación. Ya no importaba el lugar, la prioridad era llegar.

Vimos que el lugar más próximo era El Tabo, por lo que decidimos ir allá. Me fui a toda prisa hasta el camping para que sufriera lo menos posible, y así fue, más tuve que hacer un par de detenciones más en el trayecto.

Llegamos a El Tabo, y llegamos al camping, pero nos dan la peor noticia que podríamos tener en ese momento: El camping no tenía cupos disponibles para recibirnos.

Quedamos en Shock. ¿Que íbamos a hacer ahora? Teníamos que acampar en algún lugar, teníamos todo el equipamiento para eso, pero necesitábamos ese lugar de acampada. Luego de unas 5 vueltas, y todo derrotado pasamos una vez más y el milagro sucedió: un auto iba de salida, por lo que nos dieron su lugar para acampar.

Entramos tipo 19:00 y era un lugar que le hacía honor a su nombre (“El bosque”) porque literalmente eso era, un bosque a los pies de un cerro, con vegetación nativa, entre eucaliptos (lo que más había) y otras especies, y el lugar que teníamos estaba en un pseudo segundo piso, al final del terreno, donde si bien no era más cómodo en cuanto al lugar, era placentero. 

Nos instalamos, armamos la carpa e inflamos tanto el colchón como las almohadas, dejamos todo listo y dispuesto para que al final del día solo nos enfocáramos en dormir, y así fue. En ese momento solo era el bosque en el que estábamos y nosotros. Era momento de descansar. Bebimos un par de mistral ice a eso de las 22:00 para el relajo y a dormir.

Al otro día nos despiertan unos pájaros cantores a las 9:30, nos despertamos e hicimos el loco hasta las 12, total era domingo y no había que trabajar ni nadie nos apuraba. Nos despertamos, tomamos desayuno y a disfrutar un poco más la vista, que ya era momento de irse.

¿Podría haber sido mejor? Yo creo que si, pero para no haber planeado nada, fue de las mejores escapadas que he tenido. Sin duda alguna lo fue.

Era Octubre, y me invitaron a dos lugares a la vez, La invitación era a los vilos, a lo que me llamaba la idea de ir en moto, siendo que los que me hicieron la invitación irían en bus, y la otra invitación fue al Quisco, y como creía que iba a poder con todo, intenté hacer ambas. (Crónica de una muerte anunciada dijeron por ahí)

Salí el día viernes en la tarde/noche para poder cumplir con todo, saliendo a las 19:00 y tomando la Ruta 68 a las 19:30. Aún con la bicera espejada, tocó ir con la misma arriba para poder ver algo por donde iba, ya que se oscureció muy rápido, debido a que si bien me dirigía hacia la costa, tenemos su cordillera homónima, por lo cual se oscureció bastante rápido y ya no vi más luz de sol. 

Iba grabando pero no se veía un carajo, por lo que solo fue gastadero de batería y memoria, y mientras hablaba pensando que se vería bien, Waze me cambia la ruta por un accidente que hubo en el camino.

Me desvié en nosequelugar donde claramente no había nadie, era un camino en el vacío total, de noche, donde solo había una neblina leve, el camino, mi moto y yo.

Pasaban  los kilómetros, subidas y bajadas hasta que en un momento llego a una caseta de peaje, (civilización! pienso en el instante) para luego llegar a una calle de curvas cerradas, lleno solo de parcelas donde habían segundas viviendas y corrales de animales, recuerdo muy bien ese lugar ya que (de noche) parecía cuento, las casas se divisaban a lo lejos con faroles en la entrada, había mucho caballo y la luna alumbraba hasta lo más mínimo, termina ese camino y solo hay árboles a cada lado, por un largo tramo hasta que aparece un letrero que dice El Quisco hacia la derecha, entró a un tramo de 50 metros de camino de tierra, el cual no me había topado en todo el camino y finalmente, el Quisco, donde ya habían casas, comercio y llego, luego de esta travesía, a mi lugar de destino.

Me reciben con un tanto de preocupación ya que era tarde, y me estaban esperando para comer.

Al día siguiente se supone que salía temprano, pero el cansancio me dijo no, y desperté cerca de las 12 del día, por lo que todo mi plan se vino abajo. Ya estando definitivamente tuve que ver cómo sobreponerme y viaje a Isla Negra, aprovechando que está literalmente al lado, y tiene su atractivo.

Conoci un lugar muy cultural, que todo gira al rededor de la Figura de Pablo Neruda (Neftalí Reyes) quien vivió en dicha localidad, y si la memoria no me falla, su casa está convertida en un museo, donde no se pueden sacar capturas de ninguna forma (aunque si quieres ver algo, puedes pasar por mi Instagram y ver lo que pude hacer ;) ) 

De vuelta a la morada temporal, era tiempo de descansar ya que había que volver a la realidad.

Finalmente me fui a Santiago por la ruta 68, pero esta vez pasando por Pitama, lugar de ensueño rodeado de verde, y flora silvestre. 

Lo que más me encantó de no haber cumplido mis objetivos fue la aventura, conocer el lugar que menos me imaginé por seguir el instinto y tomar el caminito escondido que todos ignoran.